lunes, 15 de agosto de 2016

Algo huele mal en la UCR

César Augusto Parral
En relación con lo ocurrido recientemente en torno a supuestas irregularidades de funcionarios (as) y autoridades de la Universidad de Costa Rica,  bien podemos parafrasear aquella famosa frase de William Shakespeare en la obra Hamlet: “Algo huele mal en Dinamarca”
En lo que respecta al proceso en relación con el nombramiento de Elena Jensen Villalobos, hija del actual rector Henning Jensen Pennington, en el Centro Infantil Laboratorio (CIL), todo el proceso ha evidenciado que la Institución tiene debilidades para gestionar un proceso disciplinario que involucre a autoridades universitarias.
Independientemente de las valoraciones jurídicas, es evidente que aquí se dio como mínimo una falta ética, por lo que el Rector debió haberse apartado del proceso desde un inicio, cosa que no hizo.
Era el Dr. Jensen en su condición particular, al que le correspondía defenderse de sus actuaciones ante las instancias correspondientes, sin involucrar en ello a la Institución.
Como ya lo hemos manifestado antes, la actuación de la Contraloría Universitaria ha sido muy deficiente, en primer lugar porque no actuó de oficio, en segundo lugar porque  emite un informe tibio y en tercer lugar porque no va más allá de trasladar la responsabilidad al Consejo Universitario.
El Consejo Universitario por su parte, teniendo herramientas para iniciar un proceso disciplinario o al menos remitirlo a órganos superiores,  evade la responsabilidad y se limita a decir que “no existe procedimiento ni instancia definida en la normativa universitaria en virtud de la cual instruir un proceso o calificar de manera alguna la actuación del rector”.  En otras palabras se lava las manos.
Aquí lo grave es que el vicerrector  Carlos Araya Leandro actúa como juez y parte en representación del Rector, siendo este parte del proceso;  y Yamileth Angulo Ugalde, directora del Consejo Universitario vota doble para decidir la votación a favor de que no se inicie ningún proceso disciplinario. Esto hace que la decisión del Consejo carezca de legitimidad.
Como se observa,  los órganos llamados a ejercer la fiscalización de la Administración Universitaria no están cumpliendo con su labor como corresponde, y eso deja muchas dudas sobre la capacidad institucional para gobernarse a sí misma en el marco de la autonomía universitaria.
En la comunidad universitaria hay quienes sostienen que este proceso contra el Dr. Henning Jensen Pennington se busca afectar a la Universidad de Costa Rica. No dudamos que haya intereses externos interesados en dañar la imagen de la  UCR, sin embargo, en este caso,  es la actuación de las autoridades universitarias la que compromete la imagen y la legitimidad de nuestra Institución.
Consideramos que este es un asunto de la mayor gravedad y no puede quedar aquí. Los universitarios (as) debemos manifestarnos libremente y por las vías que estimemos pertinentes, en defensa de nuestra Institución.
La Universidad de Costa Rica tiene más de siete décadas de contribuir al desarrollo del país y no debemos permitir que su imagen se vea empañada por este tipo de situaciones,  independientemente de quienes sean los supuestos responsables.
Por eso hacemos un llamado a sumarnos a la convocatoria formulada por distintas organizaciones y sectores universitarios para manifestarnos el martes 16 de agosto del 2016 a las 9:00 a.m. en el Pretil de la UCR, desde donde marcharemos al Consejo Universitario.

Reformas necesarias

Durante la campaña política para la elección de la representación administrativa ante el Consejo Universitario recién concluida,  fuimos la única tendencia que manifestamos la necesidad de hacer algunas reformas estructurales para enfrentar situaciones como la comentada.
Planteamos la necesidad de reflexionar sobre temas como el modelo organizativo y de gestión de la UCR, la elección continua de la persona rectora, sustituciones  y revocatoria de mandato  de autoridades universitarias, autonomía universitaria, relaciones entre poderes universitarios y ampliación de la democracia universitaria con la participación de una representación administrativa ante instancias decisorias.
También planteamos la necesidad de que el Consejo Universitario fortalezca la labor de control político y fiscalización de la administración universitaria, mayor transparencia y rendición de cuentas por parte de todas las autoridades universitarias, eliminar la privacidad de las sesiones del Consejo Universitario y permitir la asistencia de público, transmitir las sesiones por Internet, publicar oportunamente las actas de las sesiones, que la votación sea pública y haya un registro personalizado de los votos; así como rechazar la obligación de confidencialidad sobre los asuntos en discusión planteada en una propuesta de reforma al Reglamento del Consejo.
Incluso planteamos la creación de una instancia en el Consejo Universitario denominada “Oficina de Iniciativa Universitaria”, la cual permitiría que durante el período entre los congresos universitarios, diez años, cualquier persona universitaria pueda presentar propuestas al Consejo Universitario y este tenga un tiempo límite para su aprobación.
Definitivamente hay muchas cosas por hacer para mejorar nuestra institución,  y de nuevo reiteramos nuestro compromiso de seguir colaborando en esta dirección.