César Augusto Parral, candidato de la tendencia Cambio Universitario al Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica |
Para tomar esta importante decisión debemos considerar la situación que vive nuestra Institución, qué cambios son necesarios para que esta siga cumpliendo con su misión y qué tipo de liderazgo se requiere en el Órgano Colegiado.
Nuestra responsabilidad como universitarios (as) es repensar nuestra Institución permanentemente, considerando el contexto nacional e internacional, para dimensionar la función que esta debe cumplir y el modelo de desarrollo que debemos impulsar a la luz de nuestros valores y principios filosóficos.
La Universidad de Costa Rica y las demás universidades públicas, junto con la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), el Instituto Nacional de Seguros (INS), el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y otras, son pilares fundamentales de nuestro Estado Social de Derecho.
De su permanencia y fortalecimiento depende en buena medida el futuro de nuestro país y las oportunidades que tendrán las próximas generaciones, pues estas instituciones representan un escudo solidario contra el individualismo y el egoísmo rampante que desafortunadamente permea muchos sectores de nuestra sociedad.
Desde nuestra perspectiva, la UCR es una Institución lenta, intrincada, descoordinada, burocrática, y lo que es peor, antidemocrática, elitista y poco respetuosa de los derechos humanos y laborales. Basta con revisar la enorme cantidad de procesos que enfrenta la Institución en los Tribunales de Justicia por estos temas.
Desde hace bastante tiempo la UCR se quedó rezagada en relación con los grandes problemas y necesidades del país (pobreza, desigualdad, desempleo, violencia, derechos humanos, narcotráfico, corrupción, reforma del estado, etc.) y es cada vez más difuso el compromiso con la sociedad costarricense, especialmente con los sectores más necesitados.
Es momento de poner en la palestra pública en el ámbito universitario temas como las potestades y relación entre poderes universitarios, revisar nuestro modelo organizativo, revocatoria de mandato para todas las autoridades, reducir duplicidades, fortalecer la evaluación sin perjudicar los derechos laborales, lograr una mayor integración y coordinación interna, hacer más eficiente el uso de recursos y repensar las sedes universitarias de manera que tengan una mayor autonomía, mayores recursos y una mejor vinculación con su entorno.
También es necesario analizar a profundidad el tema de la elección continua de la persona rectora, fortalecer la planificación estratégica y la rendición de cuentas a la sociedad; así como promover una mayor vinculación con los sectores productivos en el marco de nuestros principios y garantizando nuestra autonomía.
Estamos convencidos de la urgente necesidad de realizar los cambios normativos necesarios para convocar un congreso universitario extraordinario de la UCR a la mayor brevedad posible, antes de que pasen los diez años que establece el Estatuto, porque las circunstancias así lo ameritan.
De no ser posible, al menos iniciar un proceso de reflexión amplio, profundo, democrático y permanente, que permita elaborar las propuestas de cambio más urgentes y las correspondientes modificaciones normativas, utilizando los medios de gobierno universitario que ya tenemos.
De más está decir que para esto se requiere mucho arrojo y voluntad política de parte de la comunidad y autoridades universitarias.
La UCR debe tener la capacidad autocrítica para realizar los cambios necesarios antes de que nos los impongan desde afuera. Para ello cuenta con las prerrogativas constitucionales de autogobierno y la autonomía universitaria.
En este proceso debemos integrar el conocimiento, los intereses y necesidades de la comunidad administrativa de la UCR, cuya principal demanda desde hace cerca de tres décadas, es la participación en las instancias decisorias de la Institución como punto de partida para lograr otras demandas e incorporen a este sector como parte de la comunidad universitaria.
Para lograr esto se requiere mucho más que bellas palabras, es necesario mucho trabajo y compromiso de toda la comunidad administrativa (interinos y en propiedad) y de sus representantes ante instancias universitarias (Junta de Ahorro, Consejo Universitario, TEU y comisiones institucionales).
Para ello, el primer gran desafío es recuperar la confianza de la comunidad administrativa, y eso solo será posible si la persona que llegue al Consejo Universitario verdaderamente asume el compromiso de trabajar incansablemente los próximos cuatro años dentro y fuera de esa instancia colegiada para organizar a la comunidad administrativa y construir juntos (as) la agenda que vamos a impulsar entre todos y todas durante los próximos años, independientemente de quien sea el representante ante el Consejo Universitario.
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